Fotografies familiars en blanc i negre, de la vida al camp al poble d’Alloza. El conjunt de la familia asseguda en un banc i un home amb un burro al camp.
“Allí la vida era difícil y más para las mujeres. Sólo nos quedaba esperar a encontrar un marido (si era bueno ya era lo máximo) mientras trabajábamos de sol a sol. La casa, el cuidado de los niños y los ancianos… bueno, el cuidado de toda la familia, los trabajos del campo, el lavadero y los rezos… en eso se nos iba la vida. Nadie sabe lo que me alegré cuando mi marido, en el año 1968, me dijo que se venía a Barcelona y que en cuanto pudiera me llamaría para venirme. Para mi, emigrar fue progresar, liberarme. Y aunque la vida no ha sido fácil estoy segura que salir del pueblo fue lo mejor que me pudo pasar.”
