Correspondencias de confinamiento
La primera donación durante la nueva normalidad.
Llegando a final de año, desde el MhiC hemos querido publicar una donación especial que se ha hecho a lo largo del 2020 como homenaje en las historias de vida, inscritas en estos objetos…
El viernes 3 de julio de 2020, dos días después de la reapertura del MhiC a los visitantes, la Sra. M. Àngels Rozas Liras, ha hacho una donación al museo de varios objetos familiares.
M. Àngels es hija de Eugenio y Consuelo, dos víctimas de este terrible invierno, que habían manifestado su interés en qué MhiC conservara algunos objetos suyos y su memoria migratoria. Y su familia nos llevó estos materiales, cumpliendo su voluntad y como homenaje en su vida.
OBJETOS CEDIDOS.
/ Maleta de cartón y lona con remaches metálicos, 1953. Es la maleta con la cual viajó Eugenio Rozas por primera vez en Barcelona.
/ Maleta de cartón color verde, finales de los años ’60, s. XX. Es la maleta que usaba M. Àngels para ir de colonias. «la suya primera migración…»
/ Traje de novia, ropa interior, y camisa de dormir, finales de los años ’50. s. XX. Es el traje con que se casaron Eugenio y Consuelo.
TEXTO FAMILIAR.
Eugenio Rozas y Consuelo Liras coincidían en muchas cosas. El mismo segundo apellido, Martínez, el mismo pueblo natal, Nava de Roa, y el mismo año de nacimiento, 1931. Menos de un mes separaba sus nacimientos, y después de una larga vida en común, menos de un mes ha separado sus decesos: los dos han muerto en el mes de marzo de 2020, a Eugenio se lo ha llevado el Covid-19, y a Consuelo otras dolencias. Lo que no han compartido es el nicho familiar de la manera que esperaban, pues la incineración de Eugenio se produjo en soledad por imperativos legales, y a la de Consuelo sólo pudieron asistir tres de sus cuatro hijos.
Pero antes de todo esto, la família había sentido el deseo de donar objetos concretos, objetos simbólicos del ámbito familiar, incalificables fuera del recuerdo y de la dignidad de su preservación, a las colecciones que custodia el MhiC.Son una pequeña muestra del legado de las migraciones interiores del siglo XX. Testimonios de vida, de afanes, de sueños, de relaciones, encarnados en dos maletas y un vestido. Recuerdo y dignidad.
Con 22 años, Eugenio cogió el tren en tierras burgalesas, un tren con nombre propio: el Shangai, que proveniente de la Coruña llegaba a Barcelona en un trayecto de unas 55 horas. Hablamos de la década de los cincuenta. La que sería su mujer había emprendido el viaje con apenas 14 años. Ya instalados en Barcelona, tras varias peripecias, Consuelo se vería sirviendo en una casa de burgueses, y Eugenio acabaría encontrando la que sería su profesión durante largos años, conductor de autobuses.
A Consuelo le faltaba lo que tiene todo obrero en la ciudad: un hogar al que regresar después del trabajo. Por ello, dedicó muchos días de asueto (el único día libre semanal que se ofrecía al personal de servicio) a asistir a clases de costura, donde con infinita paciencia y la ayuda inapreciable de su maestra (y siempre bajo las disposiciones del afamado sistema Martí), acabaría terminando su vestido de novia.
Eugenio, por su parte, acabaría recorriendo varias líneas de bus, especialmente la 42 (Plaza Catalunya-Buen Pastor) y la 41 (Besós-Calvo Sotelo). En el Besós de Barcelona se ubicaba el domicilio conyugal.
Y pasó el tiempo, y fueron naciendo y creciendo los hijos, y una de ellas, Mª Angeles, portavoz de la família en esta donación, nos ha traído la maleta con la cual iba de colonias escolares desde su escuela del barrio del Clot hasta un internado de La Roca, cercano a Cardedeu, desocupado en verano y que acogía a niños de escuelas metropolitanas en época estival.
El MhiC se enorgullece de conservar la memoria migratoria de muchas familias como la de Mª Àngels, que a lo largo de los años han ido llevando sus maletas cargadas de historias ayudándonos a entender y valorar los procesos migratorios.
Queremos – en este final de año- rendir homenaje a la familia Rozas Liras y también a todas aquellas personas grandes que nos regalen su presencia al museo, su testigo y su experiencia. Y sin las cuales no tendría sentido el MhiC.